9 de abril de 2015

Correspondencia furtiva de sus destinatarios




“Las cosas no se ven como son, las vemos como somos.”



Varias cosas me motivaron a volver a escribir, entre ellas leer las columnas que Tracey Emin escribia semanalmente para The Independent de Londres, que publicó en un libro bajo el título “Proximidad del amor”. Me llevó a pensar dónde había dejado mis pulsiones de escritura en los últimos años, cuándo fué que dejé de hablar de amor, cuándo dejé de tratar de ordenar en palabras lo que sentía.

Di vueltas, pasé por varios discos. Pensé que mejor era ocupar el tiempo en ordenar series de fotografías. Seguir leyendo a Spinetta hablar de su vida y del amor, de las canciones y el amor.

Pensé que quizás había dejado de escribir porque nunca había leído tanta poesía y eso me confundió.

Pensé que quizás había dejado de escribir porque me dejé absorber por el trabajo.

Pensé que quizás había dejado de escribir porque la facultad me mostró que no escribía ni bien ni bonito como quizás pensaba.

Pensé que quizás había dejado de escribir porque me resultó mejor la terapia.

Pensé que quizás había dejado de escribir. Pero pensé y pensé y en realidad nunca lo había dejado de hacer, sólo fue más privado, más íntimo, más visceral.

En los últimos años escribí interminables cartas, a personas reales e imaginarias, en su mayoría nunca fueron entregadas. Ordené sentimientos hablando con otros sobre el amor y el desamor. Poniéndome al día conmigo en balances y listas secretas.

Tan secretas que las encapsulé, edité, borré y censuré.

Y algo desordenado dejo acá…

(hace poco terminé un cuaderno… esta forma de archivo me invita a empezar alguno nuevo)

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Nos debo unas palabras.

Tardé un montón, pero creo que puedo.

El libro que leí se titulaba “Mujeres maltratadas en la actualidad”, y me llevó a verme retratada. Fue durísimo, fue terrible encontrarme, encontrar a mi mamá, a mi hermano, a mi viejo, y a nosotros. A mí con vos, a mí con mis amigos, con la gente. Fue terrible. Es terrible y me está costando un montón escribir esto.

Me vi y tuve que volver a lugares, recordar, rememorar, decir, y como no podía ni conmigo busqué excusas en todos lados, me enfermé, me entristecí, me empecé a entender, a descubrir.

No me deja en paz la culpa, de llevarme por delante todo. Me entiendo y no podría explicártelo, porque muy de a poco me voy explicando cosas. Me cuesta un huevo.

(…)

Pero hoy necesito liberarte de mí, porque no puedo más que conmigo.

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Te fusionas con el humo de mi cigarrillo, te me quedás atragantado. Te cruzás entre todas las letras y escribo cosas que creo conocer de dónde salen pero no logro entender a dónde van.
Y créeme que estoy bien, aunque se me pierda la mirada y tararee canciones que resuenan en mi cabeza. Esas que les canto a los gritos a las gatas mientras ellas me miran y cada tanto me responden con algún maullido. Y también las otras, las que no necesitan letras y acompañan mis lecturas, las que me ayudan a meterme en una trama que sólo había conocido a través de la literatura pero no desde la experiencia.

…………….

Gracias por el fuego

Que se enciende ante la esperanza de verte sonreírme. A que quizás hoy. No. Mejor no.
No. Porque los días me llaman a quererte como no puedo ahora. Porque necesito cuidarme y cuidarte. Porque somos el equilibrio  absurdo de mis impulsos utópicos y tus reservas nihilistas.

Te amo por cosas que invento de vos conmigo. Los días me llaman a quererte así como sos.

…………….

Ella pasa horas haciendo nuditos con tiritas de totora, para formar una alfombra; perdida divagando sobre la nada, sorprendida pensando en quién al mismo tiempo se comunica con ella. Cuando ella pasa horas soñando con su tacto, esperando descansar alguna vez. Lo observa y no puede dejar de descubrirlo. Se queda otras horas haciendo nuditos, con tiritas de totora, y enumerando, sin un orden particular, los mil gestos que le descubre mientras se va enamorando.

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(el texto que iría detrás de esa foto)

¿Cómo escribirte con amor? Pensándote y escribiendo.

¿Cómo hablarte de mis miedos? Cuando los tuyos me asustan más.

¿Cómo darte paz? Si creo que soy la tormenta.

¿Cómo mantenerme lejos? Si te siento tan cerca.

El cáncer benigno.

El amor romántico en el que me niego a creer.

La ilusión de los 15 años.

No saber recibir.

Toda una vida buscando sin saber qué.

(…)

Hay cosas que solo deben fluir.

El deseo con el que te escribo fluye traspasando tiempo y espacio hasta que vos leas, esperando acariciarte la piel como una brisa, y que lo aspires en una bocanada de aire y te recorra entero desde la punta de los pies.

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Cuántos días, cuántos meses, cuántos años…
Vamos a construir.
El tiempo es nuestro aliado, el perdido y el ganado.
Estamos destruyendo cada día lo terrible que hicimos e hicieron de nosotros.
Nos hicimos daño pero el tiempo es nuestro aliado.
Vamos a construir.
Vamos a pintar todo de nuevo. Vamos a pintar la habitación, la casa, las almas.
Vamos a pintarlas con el sol, con todos los colores, con palabras y sonrisas.
Vamos a entenderlo o no, a cuestionarlo a veces, a dejarlo ser.
¿Vamos a construir?.

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Bajar al suelo el amor.

Mi pulsión de vida es muy fuerte. No me quiero morir de amor.

Mi año fue fabuloso, me sonreí y me abracé a mí misma y sentí que muchas cosas se acomodaron. Mi ilusión sobre vos fue uno de los motores. (…)Empecé el año con la frase “No involucrarme en relaciones nuevas de ningún tipo.”, y la repetí cada vez que una persona se me acercaba de cualquier modo. No lo logré, me hice una amiga nueva que cuando intenté espantarla se me cagó de risa y se volvió entrañable.

(…)

Hoy anduve en bici y lloré un montón. Recién esta tarde dejé de oler tu perfume cada vez que cerraba los ojos.

Até cabos hipotéticos, como siempre con vos.

(…)

Ojalá puedas quererte tanto como te quieren, y como te quiero.

Es una mierda y duele. Pero puede doler más, y yo no puedo, ni quiero tener nada que ver.

Te voy a extrañar.


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