15 de agosto de 2011

Ojalá


Ojalá. Es lo que uno siente y dice, bajito, como para adentro, después de ver los datos de estas primarias y escucha en seguida –son las diez de la noche– el discurso, coherente, nada retórico, convincente, esperado en tono y contenido, de Cristina.

Ojalá. Y no es una expresión vaga que implique desconfianza, la afirmación semiescéptica del que no cree mucho en lo que viene. Al contrario: es un deseo poderoso y fundamentado –nada iluso–, una necesidad imperiosa de creer en que como sociedad podemos mejorar, lo más unidos y juntos posible, en el sentido de la convivencia, la justicia, la igualdad y el bienestar.

Ojalá. Sin escepticismo gratuito, sin mala leche, sin sectarismo estúpido, sumando sin hacer (equívocas) cuentas todo el tiempo, aislando sólo a los nefastos representantes confesos o encubiertos del poder económico y los eternos privilegios: la patria financiera, ladrones culpables directos del desorden mundial y gurúes de la desgracia nacional, y sus interesados –e incluso inconscientes– voceros mediáticos.

Ojalá. Porque no todo lo que necesita la patria para seguir y salir remando está en ese casi cincuenta de Cristina, ni mucho menos. Hay que sumar, pero en serio. Hay que dialogar, pero en serio: escuchar, convocar, movilizar, compartir, discutir, corregir. Firme, dentro de la democracia y cada vez con más democracia, pero con todo y a la cabeza –como hasta ahora y más allá– contra los núcleos más recalcitrantes del poder hegemónico y sus perversas recetas neoliberales. Pero abiertos cada vez más a ampliar la base de consenso, a hacer las cosas con la sociedad en su conjunto, ni más allá ni más acá: sumar, juntar, crear solidaridad desde políticas para el conjunto.

Ojalá. Soy de los que creen. Soy de los boludos que creen. Hay muchísimos boludos como yo que no salen por la tele, que no pronostican catástrofes mientras la juntan con pala, que no entienden cómo se puede diagnosticar el estado de un país por la incomodidad que le produce a un sector minúsculo de la población un corte de calles. Soy de los boludos que votaron esta vez por la realidad y no por las fotos recortadas.

Ojalá. Ojalá sirva este tiempo que viene para que –como se dijo anoche– nos equivoquemos menos.

Ojalá.


Por Juan Sasturain en Página 12, hoy.



8 de agosto de 2011

Alegría.

Alegría. by Les Premiers Pas
Alegría., a photo by Les Premiers Pas on Flickr.


Es una mueca que será arruga, que es alegría.

4 de agosto de 2011

La elegancia del erizo.



El ritual del té, esta repetición precisa de los mismos gestos y la misma degustación, este acceso a sensaciones sencillas, auténticas y refinadas, esta licencia otorgada a cada uno, sin mucho esfuerzo, para convertirse en un aristócrata del gusto, porque el té es la bebida de los ricos como lo es de los pobres, el ritual del té, pues, tiene la extraña virtud de introducir en el absurdo de nuestras vidas una brecha de armonía serena. Si, el universo conspira a la vacuidad, las almas perdidas lloran la belleza, la insignificancia nos rodea. Entonces, tomemos una taza de té. Se hace el silencio, fuera se oye soplar el viento, crujen las hojas de otoño y levantan el vuelo, el gato duerme, bañado en una cálida luz. Y, en cada sorbo, el tiempo sublima.

............Muriel Barbery



Y fragmentos que son lugares y rutas de Uruguay. Lugares que son vientos y el fresco pega en la cara y duele. Dolor que es amor en infinitas sonrisas.